El placer de dar y recibir sexo oral
Siempre me he preguntado por qué al sexo oral lo llaman beso francés. Alguien me dijo alguna vez que todo tenía que ver con los años dorados y no sé qué más. La cuestión es que, aunque el sexo oral puede parecer una banalidad, una simple formalidad antes del ir al meollo del asunto, la verdad des que puede ser una de las situaciones más placenteras en las que una persona puede encontrarse.
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El gusto por la boca
Es fácil saber por qué el sexo oral es tan placentero, incluso para la persona que lo da. Ya lo explicaba Freud con esta cosa de la fase oral, que es la primera fase en el desarrollo del niño. Algunos simplemente no crecen. E incluso los que crecen, siempre podrán disfrutar de dar un buen sexo oral. Solo hay que pensarlo.
De hecho, he visto a muchas mujeres gimiendo al dar sexo oral, de la misma forma en que gimen cuando son penetradas o están jugando en la intimidad con sus juguetes sexuales…
Pero si alguien disfruta del sexo oral, ese definitivamente es quien lo recibe. Y es que cuando recibes sexo oral, estás en una posición de poder, en la cual tienes a la otra persona ofreciéndote su boca, que es algo tan sagrado —lugar donde recibe la comida y por el cual se comunica—, para garantizarte tu propio placer.
Recuerdo una vez a una chica con la que salía que era muy católica, a diferencia de mí, y yo sabía que ella sentía una genuina culpa al practicarme sexo oral. Aquella boca, que había sido bendecida por Dios… la pobre se confesaba cada vez que podía, pero no podía evitar disfrutar el dar… pero también el recibir sexo oral.
Dar sexo oral
Su nombre era Dolores, de pelo negro, caderas anchas y ojos azules como el cielo. Tenía pechos pequeños y un culo redondo. Estoy seguro de que más de uno de aquellos hombres que asistían a la iglesia tanto como ella lo hacían por el mero gusto de verla. Y es que daba mucho gusto verla. Pero ella, aunque creía y cree mucho en dios, y aunque es una católica más bien chapada a la antigua, no podía reprimir ese deseo que tenía dentro.
A veces, luego de hacerlo, nos quedábamos tumbados sobre la cama, y ella me decía entre risas que pensaba que el demonio estaba dentro de ella. Yo no creía que ella lo dijera en serio, pero, aun así, estoy seguro de que ella no dejaba de acostarse conmigo más por una cuestión e deseo que de compulsión.
Y la verdad es que yo disfrutaba genuinamente en darle sexo oral.
La recuerdo en cuatro patas, con su hermoso culo mirándome, y yo introduciendo mi boca, lamiendo aquel lugar tan profano, solo para bajar a su coño, que, si bien era más sagrado, no demostraba serlo por disfrutar tanto las atenciones que le daba a su culo. Le daba un sexo oral sentido, en el cual, aunque de forma muy paciente, consumía su coño y su culo hasta que me daba cuenta de que las piernas ya le estaban fallando. En cualquier posición y en cualquier lugar donde el deseo nos apremiara.
Un coño húmedo por el sexo oral
Su coño era como un manantial del cual fluían todos los ríos que podrían alimentar a los hombres. Darle sexo oral a Dolores era una de esas cosas que me quitaba el sueño, que no me permitía dejar de pensar en ella. A veces me encontraba caminando por la calle y de repente el pensamiento súbito de su coño aparecía frente a mis ojos. Y solo deseaba entonces darle sexo oral. Posar mi lengua sobre aquella cavidad carnosa, chupar esos labios que se hinchaban para mi casi tanto como los de su boca. Introducir mi lengua, puntiaguda como una espada, en su cavidad, en la cueva más profunda. A veces sentía, cuando le daba sexo oral, que su coño era un pozo que me miraba y que yo me estaba confundiendo con él. Pero estas son divagaciones tontas. Me sumergía en ella y en sus gemidos, que eran más deliciosos porque los disfrutaba genuinamente, aunque sentía que estaba haciendo algo malo. Y no hay nada más excitante que hacer algo que se supone que no debes hacer.
Recibir sexo oral
El momento de disfrutar yo siempre llegaba. Pero es que yo ya estaba disfrutando desde el minuto uno. Y cuando su coño estaba listo para mí, abierto como una flor, no podía dejar que se marchitara, debía recogerlo, hacerlo mío, y solo puedes hacer tuyo un coño entrando en él. Penetrándolo en toda su extensión, para que se quede marcada tu carne y tus venas, tus pliegues y tu piel. Que todo tu te quedes dentro del coño que has preparado previamente dándole sexo oral. Pero no lo has preparado para eso, no. Eso es solo una consecuencia de lo que acabas de hacer. Y claro que disfrutas. Yo disfrutaba tremendamente follarla en cuatro. La tomaba por las caderas y la halaba hacia mis con todas mis fuerzas, Intentando que nos volviéramos uno.
Y cuando me sentía que no faltaba mucho para correrme, entonces aprovechaba mi posición de poder. Y Dolores tenía que enfrentar sus dolores, pero a la vez disfrutaba de ellos, lanzándose sobre mi polla como si fuera lo único que la mantendría con vida, dándome un sexo oral tan increíble que creo que nunca he vuelto a experimentar algo como su boca, que era tan santa, pero que estaba tan sucia de follar conmigo y darme sexo oral.
Correrte en la boca de una chica durante el sexo oral
Y es así cuando su boca me rodea, y de la misma forma en que hago cuando estoy dentro de su coño, deseo que queden marcas de mi dentro de esa boca. Deseo que sueñe con las sensaciones y que, mientras esté caminando por la calle, en su boca quede la sensación de haberme tenido dentro cuando me dio sexo oral.
Deseo correrme. Así me corría en su boca, ante sus ojos felices y su expresión contenta, dándole todo aquello que provenía de mí.
No sé si Dolores hoy en día seguirá siendo aquella chica. Me parece, según me contaron, que sigue siendo igual de católica; quizás más, porque ahora no tiene con quien ser profana. Quizás con su marido, cuando se case, pero eso no sería profano. Sería completamente bueno ynatural, aunque también lo era cuando follábamos.
Solo espero que su único desliz, el único momento de debilidad, haya sido yo. Aquel momento en que, cada vez que disfrutábamos del placer de dar y recibir sexo oral, hacíamos algo que tenía un poco de bueno, un poco de sagrado, pero que también estaba mal, y por eso era tan excitante. Y aun lo es, incluso solo recordarlo.
El fin.
¡Gracias por leer!
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