Experiencia con una pareja swinger
Confianza. En todas las parejas debe existir confianza. Pero ¿qué es la confianza? Parece una pregunta cualquiera, pero no lo es. Cada pareja tiene su propia definición de confianza, que para algunos puede estar bien y para otros no. Para Elsa y Santiago, la confianza era el poder ser sinceros y disfrutar sin prejuicios de una de sus actividades favoritas: el intercambio. Porque Elsa y Santiago eran una pareja swinger.
Luego de llevar años juntos, de ser novios desde muy jóvenes, ambos empezaron a sentir curiosidad por lo que sería el cuerpo de otras personas. Una relación abierta en todo el sentido de la palabra no parecía lo indicado para ellos. Llegaron así a la conclusión de que la verdadera forma en que podrían aceptar el que el otro estuviera con otra persona, que se fundiera con otro cuerpo, es si ambos estuvieran presentes. De esa forma, todo sería más transparente, más sincero. Y había más en este planteamiento: de esa forma, ambos formarían parte del acto, sin importar si fuera solo Elsa o si fuera solo Santiago el que se estuviera acostando con alguien más. Al mirar, se formaba parte también del acto.
Y así decidieron ser una pareja Swinger.
El cómo fue lo más simple, pues en los tiempos en los que vivimos, ser una pareja swinger ya no es algo tan raro. Siendo ellos jóvenes y hermosos, casi esculpidos en piedra, encontrarían muchas otras parejas bien parecidas, de filosofía similar, con disposición y deseo de placer.
Tabla de Contenido
Una pareja swinger
El sol inclemente del verano baña de luz toda la ciudad. Pero, cuando el largo día termina, la noche oscura es vencida por las luces de los faros y de los coches.
Los ruidos de la ciudad aumentan, y las criaturas que parecen escondidas durante el día, apenas se dan cuenta de que la noche ah iniciado, salen de sus escondrijos para disfrutar aquello que les ofrece la luz de la luna y de los faros.
No todas las criaturas que despiertan al acabarse el día son netamente nocturnas. Se puede decir que algunos, mientras brilla el sol, son las típicas personas. Elsa y Santiago entre ellos, ambos dedicándose a lo suyo. Una pareja ejemplar.
Pero cuando el reloj marca la hora acordada, dejan de ser lo que son en su día a día, y se transforman en esa pareja swinger desinhibida que tanto disfrutan ser.
A diferencia de otras personas, que hablan abiertamente sobre su forma de pensar en cuanto a la sexualidad, Elsa y Santiago prefieren ser discretos. La discreción y el secreto es lo que le da ese picante a la situación que tanto les gusta. El sentir que están haciendo algo prohibido, que todas sus amistades y familiares verían con ojos terriblemente reprobatorios, es el miedo que genera el mayor gusto.
Por supuesto que cuando te prohíben una galleta, la desearás con más fuerza.
A la luz de un faro hay una puerta sencilla que lleva a un lugar discretamente ubicado. Cuando entran, la luz los envuelve. La música se sincroniza con el latir de sus corazones. Se toman un trago para entrar en calor y miran a su alrededor. Otras parejas como ellos. Entonces los ojos de ambos se fijan en una pareja cercana.
Otra pareja swinger
La otra pareja swinger ya se había fijado en ellos.
Son más maduros; probablemente tengan más experiencia. Pero no por tener más edad están peor conservados.
Se acercan y luego de una breve conversación, donde dejan establecidas las reglas del juego, se dirigen hacia el fondo, donde se encuentran las habitaciones para todos aquellos que lo deseen.
En esa habitación en partir, dos grandes camas se encuentran una frente a otra.
Elsa y Santiago se miran y cada uno se va con otra pareja; Santiago se va con la mujer, de pelo rubio, pechos pequeños y enorme culo. Elsa se va con el hombre, de pelo negro y corto, bien arreglado. Es más bien delgado, con cuerpo de corredor, pero al tocar en medio de sus pantalones, se encuentra con que está muy bien dotado, tal y como a ella le gustan.
Se besan y se escuchan los sonidos de cuatro bocas, al unísono en la habitación. Santiago baja a los pechos de la mujer, que no por ser pequeños son menos sensibles, y se deleita en ellos. Le quita la camisa que lleva puesta y luego baja a su pantalón, que abre fácilmente. Inclinándola sobre la cama, en cuatro patas, sumerge su cabeza en el coño de la mujer. como un manjar que se abre, lo deleita. Voltea a ver a Elsa mientras lo hace.
Ella, por su parte, se encuentra chupando al hombre, que no le cabe entero en la boca. Ella también lo mira, haciendo a Santiago partícipe de la situación. Y al verse a ambos así, un gran fuego se aviva dentro de ellos.
Posición tras otra
Posición tras otra se suceden, casi de forma sincronizada:
Cuando Santiago pon e en cuatro a la mujer, Elsa es empotrada en cuatro también por el otro hombre. Y cuando la mujer, deseosa de montar, se ensarta en Santiago, así también se ensarta Elsa en tamaña lanza.
Entonces se junta en una sola cama, y mientras Santiago permanece acostado, con la mujer sentada sobre su cara, Elsa se acerca a la polla de su hombre y la chupa, mientras siente detrás suyo al otro hombre, que la ensarta. La pareja extraña se besa mientras tanto. Luego la mujer se turna con Elsa para chupar a Santiago, y ambas se besan.
Entonces la mujer vuelve a empalarse en la polla de Santiago, pero le pide a su marido que la penetre también. Un poco de lubricante después, las dos grandes pollas entran en la mujer, que disfruta enormemente ser llenada por completo. «Solo falta otro hombre», piensa.
Elsa se masturba viéndolo, jugando con su propio culo, porque quiere ser la siguiente. Y cuando la mujer se corre, y se echa un momento sobre la otra cama a descansar y mirar, Elsa se muestra deseosa de ser la siguiente.
Ella se empala sobre el otro hombre, dándole la espalda, en el templo más profano.
Frente a ella, Santiago entra a duras penas en su coño, y la besa con un amor inusitado, mientras la penetra y disfruta del cuerpo de su mujer.
Todo se termina
El hombre bien dotado se termina por correr y sale de dentro de Elsa. Es ahí cuando vuelve con su mujer. ambos se besan y se tocan, mirando a la pareja joven frente a ellos. Esperando tener fuerzas para seguir.
Santiago y Elsa, cachondos como están quieren seguir. Y ahora es el turno de él de profanarla. La pone en cuatro y se introduce en su culo, mirando ambos hacia la pareja madura. Ambos se masturban mientras los ven, sensuales, jóvenes y hermosos. Ella gime como loca y el gruñe como un animal salvaje. La folla como si no hubiera un mañana hasta que se corre con violencia. Pero no se sale ni deja de estar duro. Así ella, con un toque mágico de sus dedos, se procura un orgasmo también…
Despedida
Con un beso en la boca, Santiago se despide de la mujer; y con un beso de lengua, Elsa se despide del hombre. Quizás no se vuelvan a ver jamás. Es lo más probable. Pero eso es lo excitante de la pareja swinger.
Luego de follar, han pasado una estupenda noche, hablando y bebiendo. Ya ha salido el sol. Santiago y Elsa vuelven a sus vidas de siempre, esperando que llegue de nuevo el día en que dejen de ser una pareja corriente y puedan volver a ser una pareja swinger.
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